12
Apr 2014

Reseña del libro Chicken Soup for the soul: I can’t believe my dog did that

Archived in the category: 52 libros 2014

Esta semana el libro que leí fue el que me llegó junto a I can’t believe my cat did that!, ambos publicados en 2012. Chicken Soup for the Soul publica casi anualmente un libros sobre gatos y perros, como fueron My dog’s life y My cat’s life en 2011.

Como todos los libros de la colección, cuenta con 101 relatos cortos en inglés agrupados en los siguientes capítulos:

– Único en su especie.chickensoupdog
– En la cucha.
– Juguemos con la pelota.
– Ladrando como loco.
– Por el amor del Perro.
– Treat, play, love.
– Tirame un hueso.
– Amame, ama a mi perro.
– Dog gone smart.
– Mi mejor amigo.

Dado que la lógica de este libro es similar al reseñado sobre perros anteriormente, aprovecharé este post para comentar otra cuestión que viene al caso de las mascotas, especialmente de los que tienen perros.

Desde hace algún tiempo vengo notando que hay dos tipologías de dueños de perros que desarrollan, en mi opinión, relaciones poco sanas con sus animales.

Por un lado están los que toman al pobre bicho como un accesorio de moda que combinan con su ropa, visten, peinan, llevan a la peluquería y sacan a pasear lookeados de una forma especial. El colmo de este ejemplo fue cuando vi en Nueva York a un muchacho paseando un chihuahua con zapatos.

Por otro lado, y debo confesar que son los que más me chocan, están los que idealizan a su perro ponderando en él un montón de cualidades que son netamente humanas. Esta misma gente es la que sostiene que los perros son mejores porque no hacen cosas malas como los humanos.

En primer lugar, hay que recordarles a estas buenas personas que un perro es un perro y hace cosas de perro. Todo lo demás corre por cuenta de la imaginación, de la idealización y de la socialización a la que haya sido sometido.

Una de las frases más comunes que he leído es “tienen amor para dar”. Entendamos algo: el concepto de amor es una construcción cultural humana, por lo tanto un animal no puede sentirlo y mucho menos expresarlo. Lo que un animal puede manifestar es afecto o apego, que es algo que también pueden hacer con ejemplares de su misma especie (según sea el caso) sin mediar el hombre.

El amor como concepto humano implica libertad en la elección del sujeto amado, pero también implica una libertad para dejar de amar. Y también implica que entender que un concepto de amor sano es aceptar que el otro puede dejar de amar.

Un animal no puede hacer nada de esto, por lo tanto la relación que establece con su dueño es desigual.

Ahora, a dónde quiero ir con todo esto: a que el discurso de “tienen amor para dar” en realidad encubre una carencia afectiva en las relaciones humanas. Cuando leo esta frase la traduzco como “yo encuentro en el perro el amor que no está en otro lado”.

Si alguien ofrece o busca un perro por esta razón, muy posiblemente necesite revisar qué anda pasando en su entorno o en su historia.

Y no digo que esté mal tener perro ni querer a las mascotas que viven en casa, el punto es ser consciente de que rol cumplen en nuestra vida y la de las personas que conviven con nosotros.

Recuerdo haber visto un programa de TV donde una mujer le hacía una comida especial con lomo a su perra mientras que el marido y los hijos comian pizza congelada del súper.

La otra cuestión que mencioné arriba es cuando se idealiza al animal y a la vez se denigra al ser humano. Por ejemplo: un perro no miente, no engaña, no maltrata, etc. Leo eso y traduzco: mi XX me mintió, me engaño y me maltrató y ahora lo generalizo a todas las personas.

Y en este caso también repito lo que dije arriba: los animales no lo hacen porque no pueden, no es una cuestión de voluntad ni de integridad ética y moral.

Lo más grave de este postulado es que hay personas que como no han sabido resolver sus deudas pendientes con quien corresponde, le repiten esto a niños. ¿Qué ideas le terminan metiendo en la cabeza a un chico?: “No confíes en nadie, todas las personas son malas, despreciables y quieren hacerte daño”. Y esto no solo no es verdad, si no que pone al descubierto el círculo vicioso que significa no buscar ayuda en humanos cuando hay problemas con humanos.

Con esto quiero decir que comprarme un perro porque mi novio me dejó no me resuelve el duelo por la pérdida de mi pareja, ni me devuelve los sueños y expectativas que tenía con esa persona. Lo único que hago es transformar a un ser en el depósito de las frustraciones que me generó otro; con todo lo que eso pueda generar en el animal, en mí y en la relación que se establece entre ambos. Miren los capítulos de El Encantador de Perros y van a ver ejemplos de sobra de este asunto.

Desgraciadamente, a pesar de que esto que comento es algo muy común, parece invisibilizado en el discurso del “amor a los animales” como declaración de principios. Yo no he escuchado nunca que alguien se declare “Amante de los humanos” de esa misma forma enérgica y abierta. Por algo debe ser ¿no?

Quizás sea porque la libertad de elección implica un abanico demasiado amplio e incierto que lo vuelve intolerable. Implica que no vamos a gustarles a todos. Significa que estamos expuestos a no ser amados o inclusive que podemos ser rechazados. También nos recuerda que podemos ser lastimados por el otro (emocional y físicamente, de manera intencional o sin quererlo).

“Amar a los humanos” significa aceptar que la relación va a darse en términos condicionales. Y esa posibilidad es algo que los que pregonan la superioridad del “amor que tienen para dar los animales” no desean aceptar.

La mala noticia es que estos humanos-que-rechazan-el-amor-condicional-humano están condenados a amar (o no) como humanos. Exigen y esperan un amor incondicional que son incapaces de sostener de la misma manera que sus perros.

¿O acaso yo recibiría con la misma alegría a mi novio si se vuelve de viaje después de un mes, si regresa a casa después de su jornada laboral o si vuelve de un asado a las 4 de la mañana cuando me dijo que volvería a las 11 de la noche? Mi perro probablemente lo haga (bueno, si tuviera uno), pero yo no.

Lo bueno de tener gatos es que a ellos no les importa cuánto te fuiste ni que volviste, si no que ya es hora de que les vuelvas a dar de comer 😛

En síntesis: me parece que está genial tener mascotas, disfrutar de ellas y que formen parte de la familia. Lo que no comparto es el tuneo ni la humanización de animales, que al fin y al cabo son solo síntomas. La verdadera problemática son las relaciones patológicas no asumidas que algunas personas desarrollan con sus mascotas.

Más allá de que esta sea mi opinión, sé que muchos de mis lectores tendrán cosas para decir, algunos quizás hasta se sientan tocados por este asunto. Es tema excelente debatir y reflexionar. Es lo bueno de ser humanos 😛

Dejá tu comentario

Si este es tu primer comentario en el blog va a ser moderado. En caso de haber comentado antes va a aparecer normalmente; así que espero que sigas siendo tan educad@ como siempre.

Si vas a dejar una consulta lee primero los comentarios, quizás fue respondida ahí. Las preguntas que ya hayan sido respondidas en otros comentarios serán eliminadas.

Los comentarios que contengan direcciones de email, teléfonos o spam no serán aprobados. Los comentarios que no estén relacionados con el tema específico del artículo serán eliminados. También lo serán aquellos con lenguaje agresivo, intolerante o que no respeten opiniones de otros comentaristas.


Página 1 de 11
  • Política de privacidad del blog