El otro día revolvía canastos de saldos en Walmart cuando me encontré con este libro y al ver la tapa recordé inmediatamente que era uno de los que había visto en el PDF de los 300 libros recomendados por el Plan de Lectura Nacional. Mi memoria fotográfica y los $17 que salía me convencieron de llevarlo para encontrarme con este autor del que nunca había escuchado ni el nombre pese a que es muy famoso como autor en lengua inglesa y ganó el premio Hans Christian Andersen en 2002.
Tengo como premisa no leer nada de los autores antes de arrancar con un libro para no sentirme condicionada por la supuesta fama, ni los reconocimientos académicos ni nada de eso. Prefiero que la historia se defienda a sí misma y que por más chapa que tenga su creador se banque las malas críticas cuando las merece. Y creo que en este caso algo de eso hay porque me gustó bastante poco el libro.
Publicado originalmente en 1978 con el título Breaktime, la edición que leí fue la de Sudamericana Colección Joven de 2005 con una traducción que me resultó algo sospechosa en algunas frases y giros que no parecían tener sentido o resultaban muy forzadas en español. Tendría que leer la versión original como para confirmar mi sensación, pero ya desde el nombre vemos que hay una diferencia de sentido total, casi casi al estilo del señor que pone los nombres de las películas de Liniers.
Lo novedoso del libro al momento de su publicación fue la utilización y el juego que se hace con los elementos paratextuales e intertextuales, algo que a esta altura ya fue superado con creces en apuestas on line como Diario de una mujer gorda de Hernán Casciari, por ejemplo.
Sacando estos elementos que hace 35 años habrán sido una locura, la historia es bastante floja. Se inicia con dos adolescentes en la escuela y una discusión sobre la importancia de la literatura. Algo que, como todos sabemos, es de lo que todos los chicos de esa edad hablan. El caso es que el defensor de la importancia de la literatura se pone como objetivo escribir un relato en base a sus propias experiencias durante un par de días fuera de su casa.
El relato incluye las malas relaciones con los padres, la experimentación sexual, las transgresiones a las normas buscando adrenalina y desafiando al mundo, y no mucho más.
El estilo en el que hablan los personajes es pretencioso y con esa posición de pretendida superioridad que me sonó a guión de peli yanki aunque el autor sea inglés.
En conclusión, le doy 5 puntos sobre 10 porque al menos logré terminar el libro, cosa que en las primeras 20 páginas estaba poniendo en serias dudas.
Para mi gusto hay mucha literatura para adolescentes en español que supera con creces a este libro. Inclusive en la misma colección está Rosaura a las diez de Marco Denevi que le saca años luz de distancia en calidad de historia.
Como siempre digo: que a mi no me haya gustado no quiere decir nada, es una simple opinión personal. Al que le haya encantado el libro me alegro y sería útil que comparta sus comentarios para sumar otras opiniones.