Revisando las estadísticas del blog me dí con esa frase en una búsqueda y me pareció algo curiosa pero no por eso menos interesante, después de todo si alguien busca algo así en Google debe ser porque tiene dudas respecto de qué tanto vale la pena ir.
Y como ni mis hermanas ni yo hemos ido al tradicional viaje de estudios al finalizar el colegio secundario, bien puedo hablar del tema.
Así que sin más preambulos, las diez razones para no ir al viaje de egresados:
- Sale carísimo: estos viajes son mucho más caros que comprar un paquete similar no estudiantil. Además por la misma plata se puede pagar un destino más lejano o servicios de más categoría comprando un paquete en cualquier agencia. También habrá casos en que no se pueda afrontar semejante gasto y que no haya un trabajo colectivo para organizar rifas, venta de empanadas o feria de platos para recaudar fondos para el viaje.
- No te bancas a tus compañeros de colegio: esta fue una de las razones por las que yo ni loca hubiera ido al mío. Si bien allá por el ’97 se veían menos conflictos que los que hay hoy en los colegios y no nos llevabamos tan mal, tampoco era que nos adorabamos y que estabamos todo el tiempo juntas. Era más que suficiente verlas en el cole 5 horas por día.
- Ya conocés el destino del viaje: si es un grupo tradicional pensará en Bariloche (aunque hoy con el volcán Puyehue debe haber otras opciones), aunque también hay muchos grupos que van a Carlos Paz y los más afortunados piensan en Brasil. Obviamente hay lugares a los que uno desearía volver y más con amigos, pero por ahí no es el caso de un viaje así.
- Odiás el lugar de destino: por más que el 99% de las personas opine que Bariloche es hermoso, quizás para vos es una porquería. Y encima quieren hacer el viaje en pleno invierno cuando vos no salís de tu casa a menos que haga 20 grados. Definitivamente, de sólo imaginarlo ya lo estás pasando pésimo.
- No confiás en los servicios ofrecidos: la empresa parece medio trucha, el coordinador tiene cara de chanta/degenerado, el contrato tiene cláusulas engañosas, el hotel tiene pésimas críticas, los restaurantes tienen notas en los diarios por las malas condiciones de salubridad y tu mamá no deja de repetir “Esto no me gusta nada y tu padre opina lo mismo”.
- Ni tus hermanos fueron ni tus amigos van a ir: los padres lo primero que harán es decir salomónicamente que si uno no fue el otro menos, así que “dejen de joder ya vayan a hacer algo productivo en lugar de estar con la computadorita y el celular todo el día”. Sumale a eso que tus mejores amigos tampoco van, así que vas a tener que juntarte con el resto y no va a ser lo mismo.
- Sos un maniático/a: nunca falta la que tiene asco de cualquier cosa que no haya sido limpiada por manos conocidas, la que desconfía de cualquier tipo de comida que no haya sido preparada frente a sus ojos, el que tiene costumbres de convivencia de lo más antisociales que hacen que compartir una habitación de hotel sea casi una incitación al asesinato, sos hipocondríaco, etc.
- No va con tus convicciones morales, éticas o con tus intereses: por ahí te llama más irte a conocer el Santuario de la Virgen de Itatí, por ahí emborracharte no es lo tuyo, por ahí tu estilo de diversión no pasa por el cliché de estos viajes, por ahí sabés que van a cometerse ciertos excesos y no tenés ganas de cuidar a nadie ni de bancarte escenas de gente en estado deplorable.
- Tenés una opción mejor: en lugar de darte la plata para el viaje de estudios tu abuela te lleva un mes de viaje a Europa, tu papá te compra una moto o tu mamá promete pagarte las lolas nuevas (cosa que es medio cuestionable, pero bueh). Quizás aquello por lo que siempre estuviste esperando se puede hacer realidad con la plata del viaje de egresados.
- No te bancás la onda de los viajes de egresados: desde el hueco del coordinador que se hace el cool, las minitas que lo más fuerte que toman usualmente es Activia pero que allá se la pasan en pedo y vomitando, el clima de amor fraternal fingido y el “que no se corte” que empieza y termina en ese viaje hasta los cantitos ridículos se transforman en un combo de situaciones insoportables que te hacen preferir irte a las Termas de Río Hondo con un grupo de viejas de un centro de jubilados.
Me preguntaron 10 razones y eso fue lo que respondí, pero podrían existir miles más: motivos religiosos, embarazo en curso, padres que no dan el permiso, novio/a celoso/a, compañeros que quieren evitar a toda costa que vayas con ellos, etc.