En el dossier de la UNC me llegó esta nota del diario La Voz del Interior que me pareció una reflexión real y triste de lo que es la realidad que nos toca vivir hoy.
La Voz del Interior, 21/04/2009. Sección: Opinión. Página A9.
Candidaturas falso-testimoniales
Ya no se dirimen candidatos en elecciones internas, todo depende de los humores y el dedo del líder partidario, no hay partidos sino bandas encolumnadas a través de figuras que terminan armando las listas en una mesa de café.
Rafael Velasco, sj – Rector de la Universidad Católica de Córdoba
La intención por parte del presidente del partido gobernante, de presentar candidaturas “testimoniales” ha movido, una vez más, las ya agitadas –y poco claras– aguas del panorama político.
Lo notable es que salieron a rasgarse las vestiduras muchos que han sido, o piensan ser, tanto o más testimoniales aún.
Quienes piensan ya en ser testimoniales o han asumido cargos dispuestos a dejarlos a la primera oferta, ahora se horrorizan. Es verdad, esto no le quita gravedad al asunto, por el contrario revela la gravedad del problema. Pone de manifiesto el circo en el que se ha transformado lo político. Ya no se dirimen candidatos en elecciones internas, todo depende de los humores y el dedo del líder partidario, no hay partidos sino bandas encolumnadas a través de figuras que terminan armando las listas en una mesa de café o en un despacho, y lo que es peor, los candidatos se piensan en función de los intereses electoralistas de su agrupación y no en torno de los intereses y conveniencias del país y de la ciudadanía. Es la lógica de la corporación política.
Resignificar las palabras
Pero uno de los problemas más serios, con esto de las candidaturas “testimoniales” es que una vez más se prostituye el lenguaje y se falsean los significados; porque lo “testimonial” es justamente lo contrario a lo que se pretende significar aquí.
La palabra testimonio está ligada al sustantivo testigo. El testigo –en su etimología latina– es alguien que es capaz de poner su virilidad (sus testículos) en juego para refrendar lo que dice. En su origen griego, testigo se dice mártir. El mártir es aquel que da la vida por lo que afirma y cree.
Si miramos bien, pronto comprendemos lo ridículo de la situación. Muy lejos están muchos de nuestros políticos de poder ser de algún modo testimoniales, porque no son testigos ni testimonio.
Habría que decir que en realidad son candidaturas falso-testimoniales. Es difícil pensar que algunos de los candidatos “testimoniales” (y de los otros) serían capaces de dar su vida (o sus genitales) por las ideas o el partido que dicen defender.
Por eso habría que empezar a llamar las cosas por su nombre, y hablar de candidaturas falso-testimoniales, perjuras.
Los jóvenes buscan testigos
Paralelamente, venimos leyendo desde hace varios días, el gran problema que significa que cada vez más alumnos de la escuela media llegan alcoholizados a clases. Los docentes no saben qué hacer (el Gobierno tampoco, vamos a decir la verdad) y las familias pareciera que se ven desbordadas.
Y el problema, sin dudas, es complejo e involucra a familias que están muy debilitadas, con padres que han perdido hace rato su liderazgo moral sobre los hijos por diversísimas causas, y una escuela que se encuentra constantemente desautorizada por la sociedad que envía a sus hijos a la escuela. Porque se le pide a la escuela que ponga las cosas en orden cuando nuestra vida social es caótica, cuando hacemos lo posible por no cumplir la ley, cuando festejamos la avivada y la corrupción, cuando minimizamos los excesos del alcohol y de la cultura de la diversión sin límites (“son jóvenes”, se dice y pareciera que eso disculpa la irresponsabilidad, la evasión, la violencia).
No es posible una escuela que contenga y eduque si no hay verdaderos testimonios y auténticos testigos: si los padres no dan testimonio frente a sus hijos de lo que de verdad creen y que eso que creen lo refrendan con su vida y sus opciones; si los docentes no somos testimonio de que es posible y vale la pena estudiar, formarse, trabajar, en lugar de robar, emborracharse y vivir de fiesta evadiéndose de todo.
Los adolescentes necesitan referentes, ejemplos de vida, testigos. Necesitan ver concretamente que tiene sentido estudiar, trabajar y esforzarse; que se puede afrontar la dura realidad sin necesidad de evadirse, que es posible la alegría y que justamente esa alegría tiene poco que ver con el entretenimiento permanente y la irresponsabilidad.
Faltan testigos
Si a esto le sumamos que quienes deben ser “testimonio” de lo que como república estamos llamados ser, son falso-testimoniales y lo que les importa es la lógica partidaria y de candidaturas por sobre el bien de todos, entonces, ¿de qué nos asombramos?
El problema de tantos jóvenes alcoholizados (es decir, evadidos de todo) y la realidad de nuestros políticos antitestimoniales no están desconectados. El nexo somos nosotros como sociedad que seguimos tolerándolo todo, y por no dar testimonio y poner lo que hay que poner sobre la mesa, seguimos siendo espectadores de un fracaso anunciado en medio de una fiesta de alcohol que daña a nuestros jóvenes, y de candidaturas que son un fraude y muestran cómo nos vamos degradando como sociedad.