Desde hace una semana me encuentro trabajando en una nueva oficina en mi casa. Pasé de una habitación que si bien no era el clásico ático de la pelicula de terror, se podría definir técnicamente como una mugre. Una habitación de mi casa que quedó a medio remodelar, con pintura que tuvo mejores épocas y con dos mesas enormes que hacían las veces de escritorios.
En la Para Ti Decoración seguro no iba a salir.
Pero mi madre, en su vocación decoradora que todo lo puede, enchuló su vieja oficina sin uso para que yo labure y mi hermana más chica haga como que estudia (le sale bien).
Así fue como el lunes de la semana pasada me di con la novedad de la mudanza de las dos compus, con que tenía muebles nuevos, cortinas, paredes pintadas y hasta vista a la calle. Eso se parece al éxito, aunque en una forma muy modesta 😛
Para darle un toque personal al espacio, sume un florero con flores naturales a mi escritorio y un hornito con esencias para aromatizar el ambiente (y tapar un poco el olor a pintura que había).
Ahora si, me sentía una ejecutiva. Tan sólo me hacía falta la foto con un marido con sonrisa de publicidad de Kolinos y dos hijos rubios en el típico portaretrato que tienen todas las empresarias de las películas.
Sin embargo y a pesar de lo lindo que se veia todo, al cabo de la primera semana de uso mi espalda me empezó a decir que algo andaba mal.
Estudiando un poco los muebles que mi mamá mandó a hacer con el carpintero, noté que eran muy incómodos y tenían muchos problemas ergonómicos: son demasiado altos; en las bandejas solo entra el teclado por lo que el mouse debe quedar sobre la mesa, obligándome a estirar el brazo para usarlo, cosa que me causa parte del dolor en la espalda; la mesa y la bandeja del teclado son angostas y no puedo estirar las piernas porque toco la pared y, por lo mismo, tengo el monitor mucho más cerca de lo que lo tenía antes. Sumado a eso, el mueble cuenta con dos cajones en un costado cosa que me deja “encajonada” con la silla…
Demasiados problemas para un mueble destinado a alguien que trabaja todo el día sentado frente a una pc.
Este problema me dejó algunas conclusiones:
1- No es lo mismo un carpintero que una firma especializada en muebles de oficina. Sin dudas, estos muebles hechos por una empresa me hubieran salido el triple, pero hay que reonocer que los conocimientos sobre el espacio de trabajo, su uso y su relación con el cuerpo deben pagarse. Ese es el plus que ofrecen.
2- Un no-usuario de PC no puede diseñar muebles para PC. Tanto mi mamá como el carpintero tuvieron la buena voluntad de hacer algo que me resultara útil para mi trabajo. Pero ninguno de los dos pensó como de una manera proyectual, poniéndose en el lugar de quien pasa 10 horas frente a una compu.
Quién ofició de diseñador (mi madre) no consultó al usuario (yo) cuando hizo los muebles. Todo porque cuando eso pasa me pongo en diseñadora mode on y le doy vuelta todo.
La mujeres odian que las contradigan y más cuando quieren hacer las cosas a su estilo lirico-intrauterino (como se les canta los ovarios).
3- Los espacios agradables mejoran la productividad. Y esto va para que no quede como que todo es malo.
Si no fuera porque el dolor de trabajar acá es constante (y a la noche cuando me acuesto parezco molida a palos), diría que el lugar es perfecto gracias a la iluminación con luz natural que tengo durante todo el día y trabajo en un espacio visualmente agradable y limpio que me predispone mejor para crear y escribir.
¿Qué pueden decir ustedes de sus espacios de trabajo?
(Como se ve en las fotos, a mi gata los cajones le parecen bien ubicados 😛 )