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02
Dec

Texto extraído del capítulo 8, Los espácios subterráneos; del libro Topografía curiosa de Córdoba de Roberto A. Ferrero. Alción Editora. Córdoba 1994.

Estuvimos tentados, al iniciar este apartado, de llamarlo “Los Túneles”, pero desistimos porque si bien ellos son los más importantes de los espacios subterráneos de Córdoba, no son los únicos. Están también la llamada “Cripta del Noviciado viejo“, la gran Playa de la Plaza de la Intendencia, el Túnel vial de la Ruta 9 y otros no menos curiosos.

Los túneles del centro de Córdoba han sido, indudablemente, materia de muchos artículos y de muchas conversaciones, enhebradas en las antiguas leyendas que nacen por obra de ese fabulista que fue Sarmiento. En parte por sus afirmaciones en el “Facundo” de la existencia de un subterráneo que comenzaba en el presbiterio de la Iglesia de la Compañía de Jesús, y en parte por imitación de Buenos Aires, se ha señalado reiteradamente la presencia de una red de túneles bajo el centro de la ciudad. Pero mientras que los túneles de Buenos Aires -que parten de la “Manzana de Las Luces- han sido debidamente explorados,
cartografiados y parcialmente habilitados al público, los de esta ciudad siguen un misterio y un tema de discusión. Se los menta, pero nadie los ha visto. Destacados historiadores que se han ocupado del tema, como el padre Juan Grenón y el profesor Efraín U. Bischoff, sostienen que lo único que existen son viejos
acueductos (como el de Barrio General Paz), sótanos y vizcacheras extensas, que de vez en cuando se derrumban y dan nueva vida a la leyenda de los túneles céntricos de Córdoba y alrededores.

No nos ocupemos más, entonces, de algo que hasta ahora al menos, no ha revelado su existencia efectiva.
Ocupémonos mas bien de los túneles o galerías subterráneas que si existen, debidamente relevadas, pero lejos del casco céntrico, en las zonas más periféricas del departamento Capital.

Unas, en número de cuatro, perpendiculares al cauce del Suquía y unidas entre sí por una quinta rama paralela a él, se encuentran en los alrededores de Villa Rivera Indarte, en la margen izquierda del río, aguas abajo. Tienen cada una unos veinte metros de largo y la altura de un hombre de pie. Estuvieron inundadas hasta 1960; por estos años, un grupo de espiritistas -según afirma Bravo Tedín- sacó el agua y picó las paredes en busca de un supuesto tesoro aparecido en sueños a uno de ellos. Nada obtuvieron, por supuesto, y el misterio de qué cosa fueran continúa hasta la fecha.
Otros subterráneos están más cerca, en la zona del Chateau Carreras y Villa Belgrano. A diferencia de los anteriores, se encontraron siempre libre de agua y se pueden transitar cómodamente de pie en la parte que se ha explorado y fotografiado. Su piso es totalmente plano y la altura suficiente para recorrerlo erguido, como dijimos. Linterna en mano, sin otra compañía que algunos grillos decolorados por su perpetua vida en las sombras, el viajero curioso se encontrará de trecho en trecho con aberturas al exterior que brindan una vista panorámica del río Primero. Se ignora el origen, la función y los constructores de estos túneles, aunque Bischoff, apoyándose en un relevamiento hecho por Guillermo Bondenbender en 1929, opina que no se trata -por lo menos en un caso- más que del túnel que arrancando de la “Cañada de Martinoli”, conducía agua hasta un depósito ubicado en Alto Alberdi, para el Servicio de Aguas Corrientes primitivo.

Modernos son en cambio los otros dos espacios bajo tierra que mencionamos. El primero, el túnel vial de la Avenida Sabattini (Ruta 9), se abre en la mitad derecha de esta amplia arteria, adosado a la linea divisoria de las manos de ida y vuelta, a la altura de la calle El Escorial, entre Barrio Maipú y Bamo Lourdes.
Flanqueado de fuertes verjas de hierro pintadas de rojo vivo, se hunde bajo la ruta curvándose a su izquierda y sale a la calle Isasa tras recorrer alrededor de doscientos metros. Totalmente de cemento, aséptico siempre y ascético, no posee otra decoración -si así puede Ilamársela- que las indispensables luces que lo iluminan día y noche. Este es el ramal principal, que por Isasa lanza el tránsito bajo el viaducto del F.C.G.B.M. (desde donde Isasa se transforma en Galíndez), pero hay un segundo ramal.

Efectivamente: al volver de San Vicente por la calle Asunción Morcilla, el automovilista que se aproxima a la Ruta debe optar: seguir a la derecha, subiendo hasta empalmarla en dirección a la Terminal de Omnibus, o embocar, a la izquierda este ramal subterráneo -algo mas corto que el anterior- que emerge en dirección opuesta, hacia Río II y, en definitiva, Buenos Aires.

El segundo espacio subterráneo es la gran Playa de estacionamiento bajo la Plaza de la Intendencia, frente a ésta y al Palacio de Justicia, en la manzana limitada por Caseros, la Cañada, Duarte Quiros y Bolívar. Por arriba se extiende un amplio páramo de casi media hectárea reververando al sol del verano, complementado
por un grande y hermoso ombú que mira al edificio de los tribunales a través de la calle Bolívar; tres o cuatro pañuelitos de césped frente a Duarte Quirós; el hemoso monumento a los Soldados de Malvinas en la esquina de ésta calle con la Cañada; una discreta fuente; una docena de blancos bancos de material y unos pocos arboles aquí y allá. Por debajo, el panorama cambia: una vasta superficie subterránea para admitir, alineadamente, centenares de automóviles, ordenados entre las gruesas columnas que sostienen la plaza exterior. Se entra a esta playa por la calle Bolívar por el simple procedimiento de retirar de una máquina
adecuada una tarjeta marca-horario, a la izquierda del conductor, y se emerge -previo pago- por la rampa de subida de Duarte Quirós, embocando calle Ayacucho.

Aquí se recupera el ruido habitual del trajín ciudadano y se deja atrás el ensordecedor sonido de las máquinas purificadoras de aire de la playa oculta.
Para los conductores y acompañantes que deben salir dejando sus vehículos estacionados en ella, se abren varias salidas peatonales escalonadas a la plaza.
Foto de este blog

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Este libro tiene unos cuantos años y hay que sumarle un par de túneles más:

Nudo vial 14
En 1998 se proyectó el Nudo Vial 14, el segundo “nudo urbano” destinado a desenredar el tráfico de la ciudad, en este caso en la zona norte sobre la avenida Rafael Nuñez.
Es la obra vial a tres niveles más importante encarada por la Ciudad de Córdoba en su historia.
El Nudo Vial 14 en la Ciudad de Córdoba fue inaugurado en el año 1999 y cuenta como ornamentación la escultura “Mujer Urbana” del artísta plástico cordobés Antonio Seguí.

En esta nota de La Voz del 16 de mayo de 2008 se dice que para 2011 se finalizaría el anillo de circunvalación que rodea a la ciudad. Uno de los tramos pasa, precisamente, por el nudo de la 14.
El detalle es que es el gobierno nacional es el que financia el proyecto que tiene un costo de 7 millones de dólares para los 2000 metros del tramo que va desde la ruta E-53 (cerca del CPC Monseñor Pablo Cabrera) hasta un nudo vial en la calle Spilimbergo.
Pero leyendo un poco más en este documento del gobierno provincial, vemos cuál es el costo real de los 16 km de circunvalación:

OBRA: CIERRE DEL ARCO OESTE DE AVENIDA DE CIRCUNVALACIÓN (A-019)

Tramo: Ruta Provincial Nº 5 – Av. Spilimbergo

Monto de inversión aproximado: $ 360.000.000

Con la finalidad de concretar lo iniciado por la Dirección Nacional de Vialidad en la década del ´70, el Gobierno de la Provincia de Córdoba llamará a licitación para concluir con la Avenida de Circunvalación a la Ciudad de Córdoba.

Hoy, casi 40 años más tarde, se licitan los tramos faltantes que conforman el arco Oeste de manera de finalizar el anillo de Circunvalación a la Ciudad de Córdoba en el año 2011.

Este ambicioso plan de cierre del Anillo incluye para su culminación la ejecución de una gran diversidad de obras: distribuidores tipo trébol, túnel, viaductos, calzada en trinchera, etc.

Teniendo en cuenta las crisis externas, internas y la relación del gobierno de turno con Córdoba (más allá de los intentos de romance que le propone el intendente local a la dama de botox), dudo que veamos las obras que se proyectaron hace cuatros décadas. Seguramente las bodas de oro serán todo un acontecimiento para inaugurarlas, finalmente.
Foto de Google Earth y dibujo de la constructora que dirigió la obra.

Nudo vial Cardeñosa
Inaugurado el año pasado, fue un proyecto desarrollado por la gestión Martí. En un muy buen post del blog Desarrollo Local me entero que “La obra, pensada y proyectada en la gestión Martí fué ejecutada casi tal cual se habia tramitado ante el organismo Internacional de Crédito en aquella oportunidad. Otra era la ciudad 10 años atrás (mínimo) no eran tantos los autos que circulaban por el sector y no existía el peaje en la zona del aeropuerto.”
En el mismo post se hace una muy buena observación sobre como el desfasaje entre el proyecto y el momento de concreción más la interrelación entre el Gran Córdoba y las avenidas de alto trásito pero de un solo carril patean el cuello de botella más adelante.

Otro apunte interesante que encontré googleando para ampliar el post fue un foro donde en 2006 se rechazaba el nudo vial con los argumentos del embotellamiento y la falta de idoneidad técnica.

Creo que la obra del nudo Cardeñosa, más allá de los problemas que tenga, era algo que tarde o temprano iba a tener que hacerse. El problema fue el tarde y que rehacer el proyecto hubiera sido para que cuando lo ejecuten hubiera vuelto a quedar obsoleto. Lamentablemente, tenemos que reconocer que con los bueyes que aramos todo es muy, muy lento.
Y quizás lo que falte sea también descongestionar zonas como la intersección de Monseñor Pablo Cabrera y Los Granaderos, cruce que se encuentra después del cuello de botella del nudo Cardeñosa.

La foto pertenece a este usuario de Flickr.

02
Dec

La Cripta Jesuítica del Noviciado Viejo

Archived in the category: Arquitectura y constr de Córdoba
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La Cripta del viejo Noviciado de los Jesuitas, bajo la carpeta asfáltica de la Avenida colón en su intersección con Rivera Indarte, redescubierta en 1989 con gran alboroto de autoridades, prensa y cordobeses del común. Se trata de un ámbito que mide 28 metros de largo sobre Colón, por 7,30 mts. de ancho en la dirección de Rivera Indarte y una altura de 3,80 metros, dividido en tres naves sucesivas, construidas con piedra, ladrillo y cal, cuya bóveda original fue destruida ahora y reemplazada por una loza de hormigón. Data de aproximadamente el año 1650, fecha en que la Compañía de Jesús se instaló en aquella esquina de la vieja calle Colón angosta (que por supuesto, no se llamaba así entonces). Al trasladarse a su actual emplazamiento de Caseros y Obispo Trejo -cuatro cuadras más al sur- en la esquina antigua quedó el “noviciado viejo” destinado a casa de ejercicios espirituales para hombres. Según el ingeniero Emilio Olmos, no hay constancias de la cripta subterránea sino hasta 1771, fecha en que la “Junta de Temporalidades” (que se había hecho cargo de los bienes de la Compañía expulsada en 1767), la detalla en el inventario bajo el que la reciben los hermanos Betlemistas, administradores del vecino Hospital San Roque.
Los Betlemitas instalan allí un nuevo hospital en 1774 por orden de Carlos III, el cual perduraría hasta 1804, sirviendo la cripta de cementerio general de los pacientes allí fallecidos. En 1806, un particular, Atanasio de la Cruz Lis, compra a los regulares a cargo una parte sin edificar de los terrenos del desafectado hospital,
en cuyo subsuelo existía la cripta. Mas tarde, el predio pasa a poder del Ingeniero Carlos Casaffousth, uno de los impulsores del Dique San Roque, quien comenzó a levantar allí una construcción, utilizando el subterráneo como despensa, sótano y depósito.

La obra fue adquirida hacia 1890 por un señor Abarca, que la elevó hasta tener tres pisos. En 1927, al ensancharse la Avenida Colón bajo la intendencia de Emilio Olmos (p), ese y los demás edificios de la vereda norte de la arteria fueron expropiados y dembados, pero se conservó la cripta del “Noviciado Viejo”, aunque se la cegó y dejó bajo el pavimento. En abril de 1989, los obreros que tendían los cables de ENTEL volvieron a sacarla a luz y actualmente se encuentra restaurada como monumento histórico de acceso público.

En la actualidad, la cripta es utilizada como espacio para muestras artísticas, conferencias y representaciones teatrales.

Fuente: Topografía curiosa de Córdoba, de Roberto A. Ferrero. Alción Editora. Córdoba 1994.

30
Nov

Restauración de iglesias de Córdoba

Archived in the category: Arquitectura y constr de Córdoba
Posted by: Dayana Barrionuevo - 0 Comments

Las iglesias de Córdoba son parte importante de su patrimonio arquitectónico, pero el paso del tiempo y su uso afectaron sus estructuras y apariencia.

Basílica de Santo Domingo. En julio de 2003 se inició la restauración integral de esta iglesia, construida en 1860 por Fray Olegario Correa y proyectada por los hermanos Canepa.

Los trabajos de recuperación, a cargo del Arq. José Javier Correa, llevan más de cinco años y se pretende finalizarlos para el año 2010. Al momento, concluyeron las tareas implementadas en su exterior: la fachada, sus grandes muros, la cúpula mayor, la del Camarín de la Virgen del Rosario y las cuatro menores.

Las cúpulas están revestidas por unos 50 mil azulejos Pas de Calais (Francia 1860). En cada uno de ellos, se realizó un trabajo de limpieza superficial y, según su estado, se los reemplazó o restauró. Se colocaron cerca de 5.500 piezas nuevas, respetando los motivos originales. La forma de colocación original se basó en el diseño de guardas y la vinculación de los motivos en la unión de por lo menos cuatro azulejos, destacándose la conformación de figuras geométricas, distintas para cada uno de los gajos que revisten tanto las cúpulas de las torres como la mayor.

Los colores aplicados en los muros y fachada –rosa colonial y un suave ocre– son iguales a los originales que poseía la iglesia a principios de siglo 20.

En el interior de la cúpula mayor, se construyó un sistema de andamiaje en voladizo para trabajar sin obstruir el presbiterio. Se restauraron casi 600 estrellas doradas al oro 18 kilates y se recuperaron cornisas y ornamentos que no habían sido tocados desde 1892.

Las cúpulas menores fueron intervenidas de manera similar.

Una estudiada iluminación artificial exterior da valor a las molduras y cornisas recuperadas, otorgando una visión muy distinta del templo diurno.

De las Adoratrices. La iglesia –construida junto con los claustros en 1885– se encontraba en muy mal estado de conservación, especialmente el revoque exterior, en gran parte perdido, y sus detalles ornamentales, algunos atados con alambre para evitar su caída.

Al cumplirse los 100 años de la fundación, las Madres de la congregación iniciaron las tareas de recuperación, luego de recibir el apoyo de su comunidad educativa. El proyecto contempló la obra en tres etapas para el exterior. Primero la fachada, luego la cúpula y, por último, las paredes y cubiertas.

Se repararon revoques y molduras caídas, y la copia fiel del dibujo original, para luego realizar un trabajo minucioso sobre toda la superficie exterior. En la investigación de los colores, se detectó la presencia de los tonos que tenía la iglesia al momento de su inauguración: gris en las paredes y rosa en todos los ornamentos. Así, se usaron estos colores para la fachada y, en la recuperación de los campanarios, sobresale el hallazgo de un color azul intenso, en la bóveda de crucería.

En el atrio, se reemplazó todo el basamento de mármol, dado que el original estaba destruido por la humedad. Se colocó mármol blanco turco, en los peldaños de los escalones y en las molduras, negro marquina en el basamento y mármol new beige entre cada una de las molduras.

Acaba de concluirse la cúpula mayor, compuesta por ocho lados iguales con ventanas de arco apuntado y una esbelta linterna, que culmina con la imagen de bulto de la Virgen Inmaculada. Misión que exigió la construcción de un andamiaje.

Del Carmen. En la neogótica iglesia Nuestra Señora del Carmen, los trabajos de restauración –realizados por primera vez desde su inauguración– comenzaron a principios de 2007 y su finalización está prevista para fines de 2008. Las tareas se plantearon en etapas.

En la primera fase, se hizo una nueva traza de desagües pluviales, obstruida por su ubicación al borde de la Cañada. Además, se dispusieron cámaras, para secar los muros perimetrales y evitar la humedad ascendente.

En forma paralela, se intervino en la fachada: lavado, costura de grietas y reposición de motivos ornamentales faltantes. Se impermeabilizaron y recuperaron los techos y fachadas laterales, colocando las chapas faltantes y nuevas cubiertas planas; y la parte del convento lindante al templo.

A fines del año que pasó, se inició la intervención en su interior. Había grandes humedades y los pisos estaban bastante deteriorados. Por lo que fue necesario levantar el solado y construir un contrapiso, rescatando parte del original -de mosaicos venecianos- luego colocados en el presbiterio y en la entrada. Se renovó también toda la instalación eléctrica.

Se restauró íntegramente la puerta cancel y las puertas de hierro de la fachada, descubriéndose la existencia de franjas de bronce que, pulidas, quedaron a la vista.

A principios de este año, comenzó la restauración integral de las bóvedas: nueve en la nave mayor y ocho en los laterales. Se picó lo flojo, se volvió a consolidar y se las dejó como eran originalmente. Etapa final, aún en ejecución, que incluye la intervención de las naves laterales, los retablos y limpieza de la madera y las molduras doradas a la hoja.

Este texto pertenece a una nota de La Voz del interior de Ana Altieri

03
Oct

El art nouveau en Córdoba

Archived in the category: Arquitectura y constr de Córdoba
Posted by: Dayana Barrionuevo - 5 Comments

Texto extraído del libro La arquitectura de Córdoba y su historia – Compilación de escritos del Arq. Rodolfo Gallardo. Editorial Nuevo Siglo. Córdoba 2003.

El art nouveau en Córdoba
Tomada la decisión de poblar el país, la Argentina se convirtió para muchos trabajadores europeos en una de las opciones más efectivas: aquella que por fin hana realidad el sueño enunciado por los utopistas, pero siempre agotado en el discurso teórico.

La Argentina era una solución cierta, palpale. Bastaba ver las aldeas italianas o españolas que se iban despoblando de gente joven, conquistadora por segunda vez de la generosa tierra americana,
que en enormes contingentes llegaban para distribuirse en la pampa húmeda y en los barrios populares de las grandes ciudades, sin otro capital que el maravilloso de sus fuerzas juveniles y de sus entusiasmos renovados, seguros del triunfo rápido, porque, en su mayoría, desconocían la pereza.

Cuando el motor entró en régimen, los barcos traían en sus bodegas los implementos de la industria
metalúrgica rural aún ausente en el país y las renovadas camadas de inmigrantes, para volver hasta que lo permitiera la línea de flotación, cargados con los granos de la cosecha, repitiendo el ciclo una y otra vez. El pico más alto se registra a principios de siglo. Las colonias del este cordobés y del oeste santafesino empezaron a multiplicarse. Los campos -en su mayoría aún vírgenes- comenzaron a registrar las incisiones paralelas de los surcos que se perfilan en el infinito.

Venían de una Europa conflictuada en lo social y económico que al poco tiempo haría crisis en los conflictos armados y en las vigilias expectantes de las trincheras. Era un contingente humano que quería mirar hacia adelante, pero que no podía olvidar las nuevas y revolucionarias ideas de sus naciones de origen donde se notaba el enrarecimiento del aire que precede a las grandes tormentas sociales.

América rompía con los viejos esquemas de inmovilidad social que en Europa aún se mantenían y el dinamismo y el cambio de status de nuestro escenario permitieron la aparición de una burguesía
portuaria no tradicional en el medio, insólitamente enriquecida en Buenos Aires y Rosario y cuyos efectos directos o indirectos también Ilegarían a córdoba.

La edificación media, la cotidiana, cuyos autores se han perdido en el olvido, tal vez porque no hubo donde registrar sus nombres sin títulos profesionales, continuaba siendo de un eclecticismo donde la impronta italianizante seguia campeando sobre las líneas fundamentales. Read more »

El viejo paredón del dique San Roque se mantiene firme, inamovible, cubierto por las aguas que embalsa el nuevo muro. Esta obra primigenia de la ingeniería hidráulica de Córdoba ha desafiado victoriosa el tiempo y los miedos.

Fue proyectada durante la gestión gubernamental del doctor Miguel Juárez Celman (1880-1883). Era el primer dique que se levantaba en América del Sur. Comenzó a construirse en 1884. Los responsables fueron el doctor Juan Bialet Massé como constructor empresario y el ingeniero Carlos Cassaffousth como representante oficial del gobierno.
El dique San Roque es el fruto de la inteligencia, la visión y la férrea voluntad de estos dos grandes hombres.

La participación de Bialet Massé tiene una especial importancia. Bialet había nacido en tierra española; era médico, abogado, agrimensor, estanciero e industrial. Al tiempo de comenzarse las obras del dique era propietario de una estancia ubicada al noroeste del valle de San Roque, con el río Cosquín como límite natural hacia el este. Dentro de su propiedad existía una vasta cantera de
piedra caliza, de treinta y tres hectáreas. Su capacidad de investigador lo llevó a descubrir que esas cales eran hidráulicas (es decir, que se endurecían al contacto con el agua) y que eran tan buenas como las mejores del mundo.

Las cales de Córdoba ya habían sido empleadas por los jesuitas en las construcciones de Alta Gracia, Santa Catalina y San Isidro (Jesús María). Pero Bialet Massé fue mucho más allá: construyó
con esas cales un dique que ha resistido airoso los embates bravíos de las aguas del río Primero.

A fin de llevar adelante la obra Bialet Massé fundó la primera fábrica argentina de cales y cementos. La dotó de modernas maquinarias y construyó galpones, depósitos, túneles, hornos.. . Uno de estos hornos de cal, en forma de balde invertido, puede verse a la vera izquierda del camino que conduce de Carlos Paz a Cosquín: es monumento histórico.

Después de siete años de duro trabajo, el colosal muro estaba terminado. El dique se inauguró oficialmente el 8 de septiembre de 1891. Quedaba inaugurado el embalse artificial más grande del mundo en esa época. Los cordobeses contemplaban con mirada de asombro ese coloso de piedra, ladrillos, cal y cemento que se convertiría en pieza clave del desarrollo económico de la Córdoba
moderna.

Sin embargo, esta importante construcción tuvo derivaciones insospechadas. Con el andar del tiempo, en la población empezó a correr la noticia de que el dique tenía graves fallas de construcción y que todo el material empleado era de mala calidad: ladrillos, compuertas, cal… De esta manera, el muro podría desmoronarse en cualquier momento.

El miedo se apoderó de los cordobeses que oían exclamar con frecuencia, como un campanilleo fatal: “El dique se viene! ¡El dique se viene!”. Hasta que las autoridades judiciales ordenaron la prisión preventiva de Juan Bialet Massé y Carlos Cassaffousth, acusados de ser los responsables de las presuntas “fallas y defectos” de la obra del dique.

Durante el inicuo juicio y encarcelamiento, tanto Bialet como Cassaffousth fueron perjudicados en sus bienes materiales y en su honor. Pero a su tiempo la justicia llegó, reconociéndose la inocencia de ambos procesados que fueron puestos en libertad.

Sobrevino más tarde la muerte de Cassaffousth, en 1900. Los ataques contra el dique se renovaron. Hubo nuevas y formidables crecientes del río Primero (Suquia), pero la presa resistió triunfal. Dijo entonces Bialet: “La tempestad de la pasión pasará y el dique perdurará por los siglos para gloria de Cassaffousth, de la ciencia nacional y para el provecho de Córdoba”.

Por exigencias de la ciudad que crecía 1939, durante el gobierno del doctor Amadeo Sabattini, comenzó a construirse un nuevo dique de mayor altura, aguas abajo de la primera presa. Y las palabras proféticas de Bialet Massé se han cumplido: hoy, a un siglo de su construcción, el viejo paredón del dique San Roque se mantiene firme, inamovible, cubierto por las aguas que embalsa el nuevo muro. Para orgullo de los cordobeses.

Texto extraído de: Manual Estrada, suplemento de la Provincia de Córdoba. Editorial Estrada, 1987.
Foto extraída de: bialetmasse.gov.ar

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