Este post nace como una reflexión y un llamado de atención a todos aquellos que delegan en alguien más la función de chofer para moverse de un lugar a otro: esa persona no siempre va a estar disponible y ustedes tienen que ser independientes ¡aprendan a manejar un auto antes de que lo necesiten!
Todo esto viene por una situación que están atravesando familiares cercanos: el padre de la familia se enfermó gravemente y ni su esposa, ni su hermana, ni su hija manejan. Hay un auto disponible, pero deben moverse en colectivo o taxi porque ninguna de las tres puede conducirlo.
Otro problema es llevar todos los días a las escuela a la nietita del hombre, que asiste a un colegio a 40 cuadras de su casa. Ni mencionemos que ellas también necesitan hacer trámites, ir al supermercado, a la farmacia, y a tantas otras cosas simples y cotidianas que se transforman en un problema cuando antes que nada hay que pensar cómo y en qué llegar del punto A al punto B.
La semana pasada estuve visitándolos y cuando les pregunté si podía hacer algo por ellos la madre de familia me dijo angustiada: necesito que la saques a mi hija a practicar con el auto, va a clases de manejo pero necesitamos que practique mas así puede salir. Necesitamos que alguien maneje.
Medio en chiste y medio en serio mi respuesta a la chica fue: antes de que te casaras te estuve enseñando, ¿viste que era más importante aprender a manejar que tener un marido?
He escuchado muchas excusas de parte de las mujeres para no hacerlo: le tienen miedo a ir al centro, les preocupa que les pase algo en la calle, se asustan de cómo maneja la gente, no les gusta, se mueven bien en colectivo, no les hace falta, el marido no les presta el auto, no tienen quién les enseñe, ya tienen quién les maneje, etc, etc, etc.
Nos sinceremos chicas: si se nos mete algo en la cabeza jodemos hasta que nos salimos con la nuestra, así que no me vengan con estupideces. Salgan de su zona de comodidad, dejen de lado el complejo de Cenicienta que espera el carruaje con caballos blancos y príncipe azul, y pónganse detrás del volante de su propia vida. A nadie le gusta ser chofer permanente y no las van a pasear en auto de acá para allá por el resto de sus vidas como si fueran reinas de belleza.
Hecho el reto que les correspondía a las mujeres, quiero detenerme también en el papel de los hombres: no solo puede haber “comodidad” o excusas de las mujeres para no aprender. También existe poca preocupación de parte de muchos de ellos para que sus esposas, hijas, novias o hermanas aprendan. Ya sea por machismo, por vagancia de enseñar o porque siempre hay cosas “mas importantes” de los tienen “muy ocupados”, ni se les pasa por la mente que sea algo importante para la vida familiar presente o futura.
En el caso de esta chica que les estoy contando, tiene un hermano que maneja pero que pese a las promesas no la ayudó con el tema. Lo mismo con su esposo (se radicaron en el exterior luego de casarse, tuvieron a su hija y ahí fue donde quedó pendiente el tema de aprender a conducir).
Esto me recordó a una anécdota que me contó mi mamá sobre sus tíos (ya han muerto ambos, así que de esto hace mil años): la mujer le dice al marido que quería aprender a manejar. El tipo le contesta secamente “¿Para qué querés manejar? ¿para salir a florearte a la plaza?”. Como dije antes: es mejor aprender a manejar que casarse 😛
Como dijo Isaac Asimov: “La liberación de la mujer libera al hombre”. Es por eso que les digo a los caballeros: preocúpense de que las mujeres de su familia manejen así hacen la suya sin pedirles nada. Y créanme que la mayoría de nosotras detestamos pedirles cosas que ya sabemos que no quieren ni tienen ganas de hacer, así que sabiendo movernos solas en auto son muchas las situaciones que resolveremos sin recurrir a ustedes.
Y a las mujeres que están leyendo este post les digo: sean independientes, sáquense las excusas de encima, no esperen a que la necesidad las empuje a resolver este problema, no piensen en su situación de HOY donde alguien les hace de remis, piensen que mañana pueden necesitar moverse por su cuenta para hacer algo tan simple como ir al supermercado a hacer las compras y van a depender de que alguien tenga tiempo y humor para llevarlas.
Las opciones para aprender son muchas, desde ir a una academia hasta pedirle a una amiga que les enseñe (así aprendí yo, de hecho). Lo importante es que entiendan que poder subirse a un auto no se trata de algo frívolo para “ir a florearse a la plaza”, si no que en los tiempos que corren es algo indispensable para resolver rápidamente los problemas familiares de todos los días y, más aún, algo que puede aliviar la angustia de esos problemas inesperados y desgastantes que suceden cuando hay personas enfermas. También quiero mencionar que no manejar puede convertirse en una desventaja laboral si desean abrir un emprendimiento propio o en algunos tipos de empleos donde deben visitar clientes de manera local o regional.
Y si después le agarran el gusto y quieren salir a florearse por ahí les puedo sugerir mil lugares. Pero no se crean que soy de ir a dar vueltitas a la plaza ¡a mi me gusta el 4×4! Así que cierro el post con fotos de dos de los destinos top de Argentina donde las manitas que escriben este post manejaron: el cráter Corona del Inca y la Mina La Mexicana, ambos en La Rioja. Porque Don Asimov tenía mucha razón 😀
Corona del Inca (5500 metros sobre el nivel del mar).
Mina La Mexicana (4600 metros sobre el nivel del mar).