Entre las muchas cosas que no había hecho en mis viajes anteriores a EEUU fue decidir de manera consciente ir a comer una hamburguesa. Confieso que para mí es una comida de emergencia, eso que compro cuando no tengo ganas de cocinar o cuando me queda cómodo pasar por un local y comer algo casi al paso.
En mi mente los sinónimos de hamburguesas son Mc Donald’s y Burguer King, o las que venden congeladas en el súper que jamás he comprado.
Así que cuando nos vendieron a Boulevard como “las mejores hamburguesas de la ciudad” no pudimos menos que desconfiar, una comida tan desprestigiada no podía ser buena.
Fuimos y el aspecto del lugar nos avisó que era un negocio independiente, sin payasos, juegos para chicos ni colores chillones. Era lo más parecido que he visto en EEUU a una lomitería de Córdoba, uno de esos lugares donde las familias van a comer algo porque ya saben que está bueno y que van a gastar lo justo y necesario. Y nada dice tanto familia como ese rollo de cocina en lugar de un servilletero ¿o no?
Nos acomodaron en nuestra mesa y nuestra moza, Alex, nos trajo las cartas donde vimos muchas variedades de los clásicos sándwiches. Ante la duda, le pedimos a ella que nos recomiende un par para ver qué tan cierta era la fama que le habían hecho.
Sus sugerencias fueron:
Hamburguesa Godfather: rellena con muzarella fresca y champignones salteados. Arriba de la carne tiene marinara (una especie de salsa roja) y ricota.
Acompañada con Tater Tots, los cositos de papa que ven en la foto. Según nos explicó Alex se hacen rallando la papa y dándole forma de almohaditas que después se fríen.
Precio: U$S11.95
Hamburguesa ‘Shroom & Swiss: no es rellena, pero viene también con champignones y queso suizo. Acompañada con papas cortadas en forma de remolino.
Precio: U$S10.95
Veredicto: INCREÍBLES. Nunca pensé que una hamburguesa podía ser tan pero tan rica.
Todo es de excelente calidad y está en una armonía tan perfecta que los sabores se mezclan en la boca como si fuera una sinfonía. El pan era muy rico, las verduras frescas, los quesos eran de primera y la carne estaba en su punto justo (y nos preguntaron cómo la queríamos, cosa que jamás pasa acá con ningún corte, mucho menos con una hamburguesa). Los acompañamientos tenían la crocancia y temperatura ideal y, considerando que fuimos a las 8-9 de la noche, también vale destacar que se notaba que el aceite era nuevo, porque no tenían sabor grasoso ni a otra cosa que no fuese papa.
Si están por St. Pete Beach y quieren ir a comer allí les comento algunos detalles extra:
- Cuenta con estacionamiento propio gratuito. No es muy grande, será para unos diez vehículos pero es un buen dato porque está sobre una avenida muy transitada donde no se puede dejar el auto.
- Si bien tiene horarios amplios, para los argentinos las cenas son un problema siempre en EEUU y cuando quisimos ir por segunda vez ya estaba cerrada la cocina. Nos quedamos con tantas ganas de volver que casi vamos a desayunar unas hamburguesas antes de volvernos a Orlando.
- Si revisan el menú, hay otras opciones de comidas e inclusive tienen una hamburguesa vegetariana.
- Pueden comer adentro si van en familia o estar afuera en el bar. La noche que fuimos había música en vivo.
- El lugar que está en el corazón de St Pete Beach así que es ideal para pasar a comer algo después de la playa.
- Si bien no tienen delivery propio, nos comentaron que mediante la app “Food Now” pueden encargar el pedido para el hotel donde estén o pedirlo para llevar si pasan por el local.
- La única cosa mala: está a 10.000 km de Córdoba, sino ya seríamos clientes habituales.
Para cerrar el post, una selfie con nuestra moza Alex después de haber disfrutado de una comida espectacular.